Un hombre robusto. Gordo. Tipo con elefantiásis, metro ochenta de alto por metro cincuenta de ancho, uniforme, hombro panza cadera piernas, una mole, rengo, naturalmente. En el almacén de Mirco, a cuarenta y cinco grados pregunta como un gigante a su hijo de menos de un metro, flaquito, rubiecito, ¡qué querés! ¡a ver, qué querés!
Pensé que hubiera tenido bigotes y podría haber sido Ignatius O'Reilly. El nene le señalaba algo de la vidriera-heladera del almacén. ¡No! ¡Eso no!
Antes de que se fuera, Mirco me toma de cómplice en voz alta -un almacén mide tres por tres-:
-Gente está loca, cantidad de gente viene con hijos y pregunta ¡Qué querés, qué querés! y cuando hijo elige, ellos dicen, ¡no, eso no!...
-Claro-, digo, como para que alguno de los dos me creyera imparcial
-Yo no sé por qué no dicen, te compro esto y listo...
-Y...
Ahí ví que la Mole, con mucho esfuerzo giró para ver por sobre su hombro hacia nosotros, como si fuera un viejo ombú.
-Y, sería más fácil para todos-, dije al final, y pensé, yo no sé para qué fumo antes de venir al almacén de este ucraniano, voy repitiendotodo el tiempo no mires los tatuajes, no mires todo el tiempo el tatuaje, y ahí pasan dos cosas: o logro fijar la vista en algo y voy pidiendo la mercadería, o no lo logro y termino tatando de recordar cada figura para tratar de rastrear algún orígen o un sentido en algún lugar de Ucrania -mucho tiempo lo creí croata o bosnio- en esos tatuajes.
Cuando logro fijar la vista en algo pasa el problema de que, por ejemplo, miro la mayonesa, y le pido 300 gramos de jamón, va y me pregunta, "¿mayonesa?", y la agarra. No, jamón, y tengo que señalar. Un vino. "¿Mayonesa?". No.
-Motón de gente viene y dice a su hijo eso. El otro día dije a señora 'por qué le pregunta y no mejor elige usted' y me dijo, ¿sabe lo que me dijo?, me dice, 'no, él tiene que aprender a elegir', yo pregunté 'para qué, si igual usted no lo deja'.
El grandote al fin había salido, después de que el rubiecito lo golpeara dos o tres veces en la cadera y en la cintura y en la parte superior de las nalgas de un hipopótamo. Me desanimé e intenté cerrar la conversación y le dije, "lo que pasa es que la gente quiere que los demás tengan la libertad de elejir, pero sólo lo que esa gente quiere que los demás elijan. Pensé que no iba a seguir, que se iba a ir a hacer la cuenta a la calculadora pensando 'este sí que es un boludo', pero volvió sobre sobre sus pasos, apoyó los brazos tatuados de pezcador sobre la fórmica y atacó:
-Yo no entiendo Argentinos, que enseñan a los chicos a mentir, enseñan preguntar 'hola, cómo estás' y enseñan a contestar 'bien-todo-bien', y aveces no está todo bien, enseñan a mentir de chiquitos, no enseñan a elegir, nosotros allá en Ucrania decimos 'hola, buen día' y nada más...
-Es verdad-, le dije, porque me atolondró y le pedí que me hiciera otro papelito como vale de otros dos envases que no puedo elegir acordarme de llevar y sigo acumulando en mi cocina de uno por noventa.
-Es verdad -insistí, ya que lo había distraído- y es verdad también que la mayoría de las veces todos dicen 'bien' y la mayoría de las veces a nadie le importa cómo está el otro, pero por lo menos existe una mínima posibilidad, es un modo de saludar y listo-, le dije, dolido porque él tenía razón y porque no tenía que venir de Ucrania a decírmelo, qué mierda. La parte de euroriental del Consti es así...