Más allá del mal gusto humorístico del titulero de la televisión pública, quizás sea cierto que Alfonso es el "símbolo de la democracia". De la nuestra.
Igual, ¿no podríamos evitar la insistencia? Está muy bien, homenajiémoslo. Yo una vez lo quise. Pero que no sea simbolo, que sirva para criticarnos, no vaya a ser que se convierta en mito o en ficción orientadora de los jóvenes y cagamos la fruta.
Chicos, no lo charlen en sus casas si sus padres son gorilas*, busquen libros y vean un poco del alfonsín militante, después eviten mitificar lo que sabemos, otra semana santa trágica en que con las banderas que la televisión había llamado a embanderar el frente de nuestras casas nunca supimos qué hacer después de la obediencia debida y el punto final y muchos nos la metimos en el culo, porque al fin y al cabo se dice que la Bandera no se plancha pero nada se dice de qué hacer cuando alguien transige de tal manera que te la tenés que meter en el culo.
Así y todo, también traten de encontrar y conocer mucho del episodio aquel en que, en Washington, Don Alfonso guardó discurso y sin leer una mierda acomodó al mismísimo señor presidente de los Estados Unidos en su propia casa.
Como dijo un separador de Peter Capusotto "el rock puede ser eso, por eso lo queremos".
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*Cómo detectar si sus padres son gorilas. Manual abrupto de cinco puntos.
1. Si suele repetir que con los militares estábamos mejor.
2. Si suele quejarse de algún profesional con la pregunta "qué te recibiste, ¿en Bolivia?"
3. Si cae habitualmente en el improperio aquel de que "acá tiene que venir un Franco, un Castro, un Mussolini, y a cortar cabezas...". A veces con el accesorio "y se termina la joda, querido, sss, acá falta conducta".
4. Si habitualmente suelen tener expresiones conocidas del tipo "a estos negros hay que matarlos a todos", "no sirven para nada", "son zurdos", "zurditos", "faloperos" (no incluye el uso de la expresión "falopa" por "de mala calidad, trucho"), "lo que pasa es que están todos drogados", "sos vos o son ellos", "están acostumbrados a que los mantengan", "viven del Estado" (escriben estado, con minúscula), "no les gusta laburar", "quieren lo tuyo", "se te meten en tu casa y no los sacás más", "acá hay que meter bala", "acá hay que meter mano dura", "No somos todos iguales", "¿ese no es mariquita?", "Son piqueteros", "esos paraguayos", "viven de joda", "Yo voy a laburar, no me meto en política", "yo hice el esfuerzo y los mandé a una escuela privada", "son montoneros", "acá hay derechos humanos para un lado solo", "esa Bonafini siempre estuvo loca", "piden para que los padres se compren vino", "no roban para comer", "esa gente -la que sea- no sirve", etcétera.
5. Si son tacheros, abogados, contadores o agropecuarios -no peones-, es probable que lo sean en un 95%, si son kiosqueros, periodistas, gestores o empleados públicos, en un 85%, si son médicos o similares, amas de casa o empresarios, en un 79%, si son jóvenes, en un 70%. (Aunque esto no quiere decir que deban alejarse ni un ápice se sus familias, quizás sólo entender sus limitaciones, reacomodar la perspectiva.)