Es fácil aconsejar en contra del odio, si es que yo estoy del lado de los que lo generan.
Si soy del bando ganador, es fácil aconsejar desde allí arriba.
Por eso La Nación es peor consejero que el odio, porque el odio es mucho más aristocrático que la miseria. Un aristócrata es mucho mejor que un mercenario.
Y que un facho que se acuerda de la moral y la Justicia sólo cuando corre peligro.
De todas formas, la reedición del gesto gorila e hipócrita de proclamar "ni vencedores ni vencidos" cuando se sigue violando, expulsando y proscribiendo a los vencidos es de una inteligencia suprema, al servicio del mal, claro.
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