05 julio 2007

Auge de la construcción

Che, yo no tengo nada en contra de la vuelta de los Rastis, ni de la empresa Dimare, que recuperó la emblemática marca de juguetes de encastre, símbolo
de varias generaciones de niños argentinos, y bla, bla, blá.



Tampoco me importa que lleve invertidos más 2,5 millones pesos, lo que debe explicar porqué el anuncio de la histórica vuelta haya sido publicado en absolutamente todos los diarios, desde los más mercenarios hasta... bueno, hasta otro extremo cualquiera.



Puedo hacer fuerza para que me emocione que esta gente, haya duplicado la planta principal, de 2.000 a 4.000 metros cuadrados, e incorporó una nueva máquina inyectora a las otras 10 que tiene en funcionamiento durante las 24 horas y más, y más, y más.



Pero, ¿no se podría aprovechar este revival setentoso para volver a fabricar el Costa Azul, esa carrera de caballitos de plomo que fue el mejor juego del mundo y ahora me vienen a hablar de la Play Station...?


Al menos eso pide El club del fernet y promete que, como tooodos los diarios porteños, puede omitir el comentario de que esos productos plásticos tan didácticos, que habrán hecho proliferar generaciones y generaciones de patas medinas en la construcción nacional, se tuvieron que ir del país por problemas financieros y/o productivos de una época y una política determinada a las que nada les importó la producción nacional y aún hoy siguen construyendo, como un rasti, el cáncer con el que sólo ellos se van a enriquecer.
Perdón, pero esa empresa se tuvo que ir para el Brasil, pero nadie habla en positivo de ciertos reváivales. Y eso que uno no está pidiendo que vuelvan los caños abajo de las camas de los hijos de puta, uno sólo pide jugar al Costa Azul. Que los que quieran ponerse a pensar como construir una casa, lo hagan y los que quieran jugar a ir a al hipódromo, también lo hagan, viejo.


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