Antes pensaba que era una pelotudez esa frase de proliferación popular que asegura que "todos los muertos son buenos".
Incluso cuando se la usa en tono irónico, recriminando a quien efectúa el movimiento tan natural y saludable de olvidar lo malo con el paso del tiempo.
Ahora le encontré una nueva gracia -también pava, seguramente- a la trampa que encierra la frase y que me obliga a coincidir en que Todos los muertos son buenos, la mayoría porque deja una cantidad de recuerdos buenos en un puñado de conocidos, y algunos otros porque dejan el recuerdo bueno del hecho de que se hayan muerto.
En el idioma autóctono que eligió alguien para denotar una suerte de simbolismo re
onomatopeyizado y así pretender llegar a las masas con un contundente mensaje de concientización y salubridad,
onomatopeyizado y así pretender llegar a las masas con un contundente mensaje de concientización y salubridad,
vaya nuestro mensaje, en el mes del 17,
a los representantes
que entregan a sus trabajadores
como carne de cañón
a que les den bang bang
que en criollo sería algo así como
que les entren como a un fontina.
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