Se celebra otro día de la militancia.
Un día como hoy, 17 como el de octubre, y tras 17 años de exilio, llegaba el general Juan Domingo Perón de vuelta a la Argentina, desde el golpe de Estado que lo había derrocado, bombardeando Casa de Gobierno, espacios públicos y, sin la mínima capacidad metafórica, bombardeando la misma cabeza del pueblo que lo defendía.
Statu quo, poderes económicos, políticos, oligárquicos, monopólicos,
cipayos, eclesiásticos, conservadores, mediáticos, judiciales...
en fin, la vieja y conocida asociación
de los representantes de un orden cuyos privilegios sintió perjudicados,
siempre más afecta a ellos que a estupideces como la Democracia,
arduos propagandistas de valores como el orden
son enemigos de cualquier libertad que no sea la de empresa y la de mercado,
libertad que, cuando ajena, llaman libertinaje,
fueron cómplices
igual que siempre.
Del golpe, el del '55 o el del '76 o el que sea,
nunca se juzgó la responsabilidad civil,
ni se investigó el apoyo económico,
ni el papel de los medios, ni el del Poder Judicial, por ejemplo.
Una minoritaria banda de gorilas
como otrora los cipayos ganaderos,
capaces de entregar sus hijos a Runciman por asegurarse un mercado;
como hoy los sojeros,
ese sector
siempre siempre siempre
definió su lugar en el sitio exactamente opuesto,
decididamente enfrentado al pueblo.
Jamás demócratas,
mucho menos valientes.
Del mismo modo que golpearon las puertas de los cuarteles
y señalaron a los compañeros más activos del sector enemigo,
después lavaron
imagen propia y cerebros ajenos
en el mismo manantial mediático.
Con el mismo gesto miserable
escondieron la mano y la piedra,
sus intenciones,
las voces, las conquistas, la justicia, la historia, la realidad,
la equidad, el cuerpo de Eva, el pacto de clases, la voluntad de la mayoría,
un partido político, un movimiento nacional, un proyecto productivo,
una cultura inclusiva, una conciencia colectiva, una estructura social,
el momento histórico
que más de la mitad del pueblo
no dudaba en definir
como la felicidad.
El otro 17, el de octubre de 1945, 27 años atrás, el peronismo se funda.
El movimiento político que continua la línea de los proyectos populares
adquiere forma propia, identidad, autonomía,
se constituye como tal
cuando la primer pata de la multitud entra en la fuente.
Cuando las masas se comprenden como actores,
los trabajadores reconocen sus posibilidades de manifestación,
son concientes de sus necesidades y confian en su potencia,
en su acción y en la justicia que la fundamenta,
es cuando nace el peronismo.
El peronismo es fundamentalmente militancia.
Quienes esto no entienden,
-o a quienes no le conviene entenderlo-
pretenden que todo no haya sido más que
un líder autoritario y su masa ignorante.
Pero evidencian su mentira cuando se ve
el mapa real de objetivos con los que su maquinaria
-en su modo terror o en su modo propaganda-
se ensañó. Las "certezas" a las que dedicó sus máximos esfuerzos:
Que la política es sucia.
Que los políticos, corruptos.
Que los militantes son vagos.
Que lo bueno es no meterse en política.
Que organizarse es de activistas.
Que defender trabajadores, de rebeldes.
Que defender pobres, de zurditos.
Que tener ideales, de fundamentalistas.
Que ser servil es de humildes
y pretender dignidad te convierte en un negro de mierda.
Que un empleado que llega tarde o falta al trabajo es un irresponsable y hasta se justifica la aplicación de castigos y descuentos salariales.
Que una empresa que demora el pago del sueldo por el trabajo realizado supera una crisis y debe ser comprendida pacientemente.
Pero también, por supuesto y por ejemplo:
Que no llegar virgen al matrimonio es de puta.
Que ser pobre es de vago.
Que no estar a la moda es de grasa.
Que no usar ropa de marca, de groncho.
Que tal música es de viejo, tal de villero y tal otra sólo es chingui-chingui.
Que el pelo largo es de hippies o de sucios.
Que una fiesta es descontrol,
los nuevos bailes, cosa de locos,
y la alegría, de drogadictos.
Que la palabra "importado" es sinónimo de calidad.
Que el desempleo, una contingencia accidental, climática.
Y cómo dejar afuera:
Que las garantías estatales que constituían la seguridad social
se redujeron sólo a la protección de la propiedad privada.
Que los funcionarios ricos no tienen necesidad de robar.
Que los funcionarios pobres, entonces, sí la tienen.
Que los ricos oficialistas lo son porque están entongados con el gobierno.
Que los pobres oficialistas lo son porque cobran un plan social.
Que los impuestos de los ricos opositores son sólo para hacer caja.
Que la administración estatal es mala, pero en manos privadas, un servicio.
Que los servicios básicos y el transporte subsidiados son un gasto y un aumento, un tarifazo.
Que el control de precios de los productos de la canasta básica es una muestra inequívoca de autoritarismo, y la inflación, una foto precisa de una gestión impopular.
Que el uno a uno era maravilloso, sin mencionar nunca su condena a la producción, y que la moneda que devolvió la competitividad a la industria nacional, denota la inferioridad bananera de la nación.
Que los extranjeros europeos son turistas; los sudamericanos, residentes ilegales; los africanos, refugiados políticos y los asiáticos, también ilegales y sucios, pero dueños de supermercados.
Que los piqueteros no son excluídos de su sistema, sino víctimas de sucesivas crisis y malos políticos, pero que el derecho de uno termina donde empieza el del otro. En ese orden.
Entonces, lógicamente, el derecho de los desplazados a reclamar su reemplazamiento en la comunidad que contiene a todos termina cuando empieza mi derecho a circular con mi Vento.
Que los ladrones pobres, no los delincuentes mayores, los villeros, los drogados, nunca serán los desplazados olvidados despreciados ajenos contrarios -ni sus hijos-, nunca pesarán en nuestra conciencia empresaria. Son sólo el mal mismo. Son una bruma oscura y peligrosa, cuya oscuridad se mantiene con la coartada de la peligrosidad. Una bruma hecha de prejuicios, de otredades, de odios, de miedos, de soledad. Con los nudos bien atados en la exigencia de seguridad y de garantías de castigo, que son un bálsamo para el ardor del miedo impotente.
El pedido de venganza para el delincuente y para su ataque a alguien de la repentinamente resurgida comunidad. Con contrato social y todo. Reprochándoles su falta de conciencia, su desprecio por la vida, invirtiendo cínica y totalmente, la realidad de las cosas, difundiéndolas en el sentido exactamente contrario al que verdaderamente tomó, no vaya a esfumarse la bruma dejando al descubierto nuestra treta.
Por eso,
no se celebra hoy la vuelta de un líder,
ni la restitución de un orden,
ni una revolución, ni una alianza.
Mientras el líder, convertido en bandera,
estaba exiliado,
todo lo suyo proscripto
y el pueblo amenazado,
una cantidad inmensa de valientes entregó su vida a la lucha,
continuó con la participación política,
la forma más civilizada que se conoce
de organizarse con relativa equidad.
Pero si la sola mención de la equidad
constituía una pretención revolucionaria,
es fácil imaginar la envergadura patriótica del acto de resistencia
de la militancia
para la cual el regreso de Perón es justo que no sea más que una imagen, el símbolo de una lucha, la prueba material de su heroísmo, que se autoregaló el pueblo.
Hoy se celebra la lucha,
la consolidación del pueblo como sujeto político,
se celebra su heroísmo
y su voluntad de soberanía
y de libertad.
Y toda celebración es un recordatorio.
Entonces hoy se le recuerda al pueblo la lucha,
su deteriorada labor como sujeto político,
se le recuerda su potencia heroica
su voluntad de soberanía
y su sueño de libertad.
Feliz día.
1 comentario:
Fernet, mire en la cara de Abal Medina, en la foto famosa del paraguas de Rucci...dice que se estaba acordando del hermano Fernando en ese momento, el que ejecutó a Aramburu enel juicio revolcionario que catapultaría a lo Montoneros. Abrazo
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