Gallegos tenían que ser para ser tan ignorantes
y decir semejantes barbaridades.
Qué terrible debe ser, Dios no lo permita, vivir en un país con semejantes exponentes,
qué difícil se pondrá seguramente la convivencia democrática,
obligada a contemplar los puntos de vista de tales especímenes en el diálogo político.
Por suerte Argentina tiene un electorado privilegiado.
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