Pasé por La Nación punto com para ver los goles de Messi, porque hoy me había quedado sin leerlo, y me encuentro con una de sus típicas encuestas tendenciosas. Pregunta: ¿Está usted de acuerdo con la política inmigratoria de la Argentina? Ni más ni menos. No, con tal artículo o determinada medida, pregunta si el lector concuerda con toooda "la política inmigratoria de la Argentina". Todos sabemos que este tipo de preguntas, inmensas, generales y abstractas, sólo tienen malas intenciones.
Siempre me pasa lo mismo: engrano, empiezo a discutir mentalmente y me desespera la idea de hacerlo en persona. La cabeza me estalla de ledirías y, de los escombros, siempre termino sacando una certeza superadora que, generalmente, me hace advertir el camino equivocado o me hace avergonzar. Ahora, por ejemplo, empecé a levantar presión, me dieron ganas de entrar a la redacción del diario sábana y gritar un par de cosas. Después, cuando me doy cuenta de que soy un boludo, de que estaba pensando inocentemente, como ahora con esto, me enojo mucho conmigo, me pongo colorado y agradezco no haberme metido en el coqueto edificio. Porque ensé como dos horas en lo que le diría a Saguier y a Mitre de su pregunta, de su encuesta, de la inmigración, de nuestros hermanos latinoamericanos, etc., etc., hasta decidí votar, a pesar de la pregunta pelotuda, pero, al pinchar en "Sí, estoy completamente de acuerdo", no me permitió seguir. Probé con "Desconozco la política y nada". Iba a cerrar la página y antes toqué "No" sólo por probar y ¿qué creen que pasó?...
Acertaron: voté que no estaba de acuerdo con las políticas inmigratorias.
Pensé que los gorilas éstos nunca tienen una idea original. La manipulación de la información, la información encubierta, el populismo mediático, las encuestas falsas, en fin, el racismo y la discriminacióndo, no son inventos de esta época. Ni lo son la moral y la inmoralidad. Pero, creo que voy a tener que retractarme. Porque descubrí que La Nación inventó la Libertad de Expresión Variable (LEV). Consiste en velar por la libre opinión de todos... los que opinan como ese diario quiere. Asique, no quiero dejar de decir, aunque sea al aire, que aunque mi voto no modifique los porcentajes, sospecho que si yo no pude votar, tampoco habrán podido otros. Entonces, aunque ninguno de los lectores de La Nación me lea y aunque la presunta opinión de "la gente" opere a otra gente, esta encuesta carece de todo valor estadístico.
La mentira no está en la falsedad de la encuesta, de última se venden con la pregunta idiota. Ni está en la LEV, porque asumen la vergüenza cuando el lector vota y se da cuenta (no creo que confíen ciegamente en el linaje gorila de sus lectores). Tampoco mienten al develar su preocupación por la inmigración, que cada vez viene más morocha. Pero, sí miente La Nación, cuando presenta esta bobada como una Encuesta. Una encuesta es una medición (de tendencia, de opiniones o posiciones porcentuales, etc) a parir de cuyo estudio se producirá alguna cosa, un cambio, una confirmación, un saber, etc. Los resultados, como toda información, son herramienta que influye en el resto de las personas. Un grupo de personas
La dinámica inversa se denomina publicidad. La encuesta empieza con los encuestados, se establece en el ámbito de estudio y sale por el lado del saber, cuando puede ser convertida en influencia. El trabajo entero se orienta al saber, necesario para poder decidir y actuar libremente.
La publicidad, en cambio, tiene su puerta de entrada por el lado opuesto, el de la influencia. La publicidad es persuación. Parte de la necesidad de dominar las voluntades sin que se note, sin la fuerza y sin necesidad de enfrentar al manipulado. El publicista necesita que los sujetos compren panchos, muestra una cantidad de gente que es feliz, fuerte y sabe volar, cuando come pancho, los sujetos la ven y pueden quedar influídos si quieren ser felices, fuertes y saber volar. El acuerdo de lectura es que los sujetos permiten exageraciones, falsedades e influencias cuando están ante una publicidad. reconocen el producto, más allá de la obra publicitaria, y se consideran avisados.
Ahora, si la publicidad dice que el producto es un pancho y, cuando la gente lo compra, adentro del paquete hay un alfajor de chocolate, la cosa es un escándalo. Una pelotudez, una traición o la ruptura del contrato. La encuesta de La Nación, como tal, promete mostrar los resultados de opinión de la gente, pero lo que muestra es un cuadro, elaborado con el fin de que los falsos resultados cohesionen a los lectores en dirección a sus intereses. Parecen Bonelli tapando su carencia de argumentos con "la gente dice otra cosa".
Es inmoral pergeniar el modo de coptar el libre alvedrío de los otros, atacar su libertad y proponer cualquier enemistad o poner en riesgo a la paz. Como inmoral es traicionar la buena fe o los acuerdos con los otros o faltar a los contratos, por ejemplo. En este caso, la cuestión empeora, porque no sólo reune las inmoralidades antedichas, sino que la supuesta Encuesta no es tal y sus resultados tampoco son tales, agravado nuevamente por el hecho de estar publicada en un medio informativo y no publicitario. Es decir, el diario de los Saguier no dejó inmoralidad por cometer. La sección Encuesta bien podría ser rebautizada Estafa.
Por último, hay que decir que no todo es malo. Quienes tengan una mínima experiencia podrán leer en este tipo de operetas, las intenciones, los planes, los intereses, las concepciones, etcétera, del medio. Porque no hace falta ser muy pillo para leer "¿Está usted de acuerdo con la política inmigratoria de la Argentina?", como un neologismo de "Terminemos de recibir a estos negros de mierda de Latinoamérica". Ni hay que serlo para advertir el plan de presión en ese sentido. Ni para adivinar intereses, por ejemplo, económicos, al sintonizar con su público, y políticos, al tratar de minar la unidad latinoamericana, entre otras cosas que los pintan de cuerpo entero..
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