17 abril 2009

Grande Luis D'Elía (Ovalpo más que nunca)

Qué maravilloso que Luis D'Elía se haya cargado intelectualmente al mercenario Jorge Lanata y a la ama de casa gorda y pro golpista, Fernando Peña.

Lanata me da asco. Manipuló la entrevista tratando de acorralar a D'Elía, no le preguntó nada a Peña y, lo peor, cuando D'Elía le explicó lo evidente, la culpa y la responsabilidad de la oligarquía sobre la inseguridad, no reparó en ello y apuntó al menor. Acusándolo porque odiaba. La basura gorda antes mentía que era de izquierda. "Hubiera querido un tipo de diálogo distinto", dijo, y yo agrego, en el que un negro no nos cogiera de semejante manera.

"Salvajes", dijo Peña de D'Elía y su gente, colocándose de un lugar histórico-político claro, aunque escondieran todo el tiempo la mano detrás del subrayado constante del odio expresado por este cuando era evidente la intentona golpista de mediados del año pasado. La misma que volteó a Alfonsín y de ahí para atrás, a todos los demás.

Peña no le quiso dar la mano -le negó el saludo- pero repitió que D'Elía odiaba.

Cuando el profesor opinó que la inseguridad se soluciona con amor, inclusión... el pavo con la cabeza tatuada lo interrumpió recordándole que él odiaba y era un incoherente por ello. "El odio al mal es una forma de amor", le dijo D'Elía.

En cada argumento del compañero Luis, Peña trataba de descolocarlo y no pudo. No le dió la mano pero el ridículo después quería que el otro lo mirara a los ojos. Lo insultó, volvió a maltratarle al hijo, trató de que tuviera un discurso xenófobo, lo difamó e intentó que le pegara. Nada de eso sucedió.

En cada bravuconada de los imbéciles, D'Elía contestaba y ellos se perdían. Dos veces Peña dijo que no podía seguir.

Fueron dos pseudo intelectuales que comieron, vistieron, consumieron, viajaron, fueron a hospitales bien, etcétera, desde su nacimiento. No pudieron con un villero. "Yo no tengo nada contra los negros, tengo un sobrino mulato", dijo Peña. (Todo bien, yo tengo un amigo negro.) Pero a la vez gritaba que los quería fuera del sistema político.

Los dos cobardes intentaron apedrearlo todo el tiempo, escondiendo bien la mano. D'Elía dio la cara como siempre, y esos son los políticos que yo quiero. Chúpenla, y no del modo que les gusta.

15 abril 2009

¿Qué corazón?


Es obvia la mentira.
(la bugia è evidente)