27 diciembre 2009

Condenados al gorilaje




La derecha siempre se sirve de un monigote, que le hace el trabajo sucio, administrativo, por decirlo de alguna manera.


Los políticos de raza, de carrera, de trayectoria, además de lealtad, acuerdos y negociados, garantizan al poder su caudal político, porque son duchos en el armado o la mantención de las estructuras que le garantizarán la gobernabilidad. Seguidores, bombistas, tiras de poca monta, socios, aportantes, periodistas, mercenarios, técnicos e intelectuales, etc.


Parece otra ficción mediática este Eduardo Duhalde reloaded. Parece que todo lo que hay para recordar es su frase más optimista de que la Argentina es un país "condenado al éxito", pero nadie tiene tiempo de recordar la de "El que puso dólares recibirá dólares", ni su relación con Fanchiotti, de cuando ordenó la represión que asesinó a Kosteki y Santillán, por ejemplo.


Nadie, tampoco, recuerda sus contactos con "la mejor policía del mundo" ni, porsupuesto, lo relacionan con las actuales sospechas de las operaciones que actualmente pesan sobre esta fuerza. Del caso Pomar al clima de inseguridad artificial.


Todos le recuerdan su pasado Kirchnerista pero la mayoría calla su menemismo. No hay pruebas para decir que su buena relación con el monopolio Clarín a partir de presuntos favores mutuos, que le valieron la muy poca efectiva coartada que intentó que "la crisis" se responsabilizara por los muertos del hombre de Banfield.


Con el dinero ahorrado y la vía libre oficial, el gran monopolio argentin se dedicó a vaciar a otros medios, apoderárselos, fundirlos e indemnizar a los trabajadores que quedarían en la calle. También hizo valer su posición plenamente dominante para someter a los canillitas, laboral y económicamente.


Duhalde es como esos roñosos que cuando tienen que salir se chantan un poco de perfume encima de la mugre y a otra cosa. Culpable de asociación con Menem, logró la absolución con sólo promocionar su portazo final. Y nadie le reprochó lo tardío de la decisión, ni su complicidad con la destrucción de la Industria Nacional, ni el destrozo del Partido.


Del alejamiento con Néstor Kirchner, sólo se recuerda eso. No que el nuevo presidente iba a ser un títere de la mafia del Conurbano o del narcotráfico, como decían todos. Tiene el raro mérito de ser menos facho que su esposa, aunque forman un mismo equipo político. En lugar del policían bueno y el policía malo, son el facho y la muy facha.


Por más conurbano que regentee y se llame todo lo peronista que se llame, no se puede decir, porque es una contradicción en sí mismo, que un gorila cipayo sea peronista. Es incompatible con los fundamentos del movimiento, aunque no de otros intentos de usurpación que el peronismo ha sufrido en su historia, desde el mismo Menem a López Rega. Pasando por un Ruckauf, que ahora casualmente se dedica al negocio de la seguridad.


Basta comparar su actuación con los principios fundamentales del movimiento para advertir de mil maneras la incompatibilidad de la frase "Duhalde-peronista". Incompatible de alta incompatibilidad puede ser que el comandante del Gobierno que vendió por monedas a la industria nacional pertenezca al movimiento que tiene como uno de sus tres principios fundamentales a la Soberanía política y su motor más importante el impulso a la unión de los trabajadores" (a decir verdad, Duhalde contribuyó con la unión de los trabajadores, pero en torno a los basurales).


Incompatible de toda incompatibilidad es un 50 % de pobres con la Justicia Social. Tanto como mandar a tu socia Chiche a votar a favor de los pules de siembra. Y ello a su vez, incompatible de grave incompatibilidad con combatir al Capital.


Así se podría seguir, pero ni es necesario ir tan lejos, basta recordar su chupada de bolas al cipayo de Alvaro Uribe. El préstamo estructural a Francisco de Narváez en el Conurbano. El 'apoyo' a Macri, recomendándole a un intelectual de su confianza para realizar su obra en Educación. Porque lo que tampoco se dijo mucho es que Duhalde recomendó al facho de Abel Posse, nada menos que en Educación, por lo que cabría preguntarse cuánto del universo de certezas de Posse comparte Duhalde. Pero eso tampoco se preguntó.


Nunca dejaron que terminara la frase, él está convencido, porque es evidente, que con los medios, los poderes económicos, las fuerzas policiales y buena parte de la Justicia de su lado, Argentina es un país condenado al éxito... de los gorilas.