03 octubre 2007

Reinserción social

Hay un programa que conduce Diego Alonso -el pollo, de Okupas- que muestra las cárceles desde adentro. Nunca lo había visto, hasta la semana pasada. Me pareció bastante bueno. Además, es muy didáctico.




En ocación de enseñar el pabellón de los extranjeros, Alonso estuvo jugueteando, muy campechano, con un gallego más pancho que el pan, un holandés negro y grandote, un ítalo inglés, etcétera. En apariencia, todos "normales", recluídos -la gran mayoría- por tráfico de estupefacientes.




Pero esa normalidad se acaba y el programa nos enseña a confiar en nadie. Visitando las celdas de cada uno de los presos, queda al descubierto la porción patológica de la sociedad a la que estos inadaptados pertenecen. La perra más cotizada en las paredes de las celdas y en los aullidos políglotas era ni más ni menos que la fotoyopeadísima Susana Giménez.






Más allá de que en su condición de desinsertados de la sociedad y extraños al buen gusto que aparece aceptado por cualquier persona de bien que no merezca el confinamiento, a menos que esté pensando en una inversión.




Y, más allá también, de que la gorda hizo echar a un retocador de imágenes porque salió casi igual a como es en realidad, lo de estos muchachos es de una insanía absoluta y es evidente que representan una amenaza para la sociedad en cualquier parte del mundo.




A propósito del último escándalo de Su, cómo me gustaría que la suelten un día en algún pabellón y que le excaven hasta encontrarle un dinosaurio vivo dentro de su seno mesmo.




No sé, de todas formas, volviendo a estos enfermitos, como programa de reinserción sería bueno que el Estado vaya encargándose de mostrarle algunas otras mujeres argentinas que pudieren aliviarle la soledad espantosa de la tumba a la vez que prestare colaboración con la terapia represiva impuesta. Y ni siquiera es necesario recurrir a una top model, che.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

No logro captar la ironía en el artículo.. Supongo que la hay! Si no es asi, es una lástima.

Ulises Dumond dijo...

Una ironía posible, puede ser que los castigados del sistema penal adoren a una promotora de castigos arbitrario que atentan contra las posibilidades laborales de los ciudadanos so pretexto egoísta y superficial.

Otra ironía, puede encontrarse en que la popular diva de la televisión argentina, es más popular entre los confinados extranjeros que entre los compatriotas, quizás haya ahí alguna explicación acerca de la relación entre las preferencias de consumo de los confinados y las de los que ese Estado que los confina, protege.

Otra ironía puede tener que ver con un prejuicio. Aquél que nos hace suponer que, en el encierro, un prisionero, extraña el sexo salvaje con un súper gato de la pantalla chica, y resulta que terminan prefiriendo a una vaca frívola menemista, treinta años mayor que ellos.

Otra justificación, más que ironía, puede ser el hecho de necesitar un argumento que avale la posteada de la foto de Capristo, que tan desesperadamente necesité compartir con el Club del Fernet, creído de que todos merecemos un bálsamo, a como están las cosas.

Una última ironía puede ser una que quedaría a su cargo y que referiría esa pretensión trosca mal entendida, que simula agudeza y seriedad, sólo allí donde haya una posibilidad de reafirmarse en contra de la superficialidad, al forzarse a negar la belleza de un hermosísimo culo. Espero que usted no pertenezca a esa laya.

Como diría Jorge Corona, una lástima son otras cosas, no la falta de ironía en un artículo, pavote.

A sus órdenes.

Anónimo dijo...

Susana Giménez es insoportable y excecrable. Pero para los que estamos por pisar los cuarenta o ya los pisaron, no podemos quitar de nuestras ya afiebadas mentes púberes, la imagen de esa media vuelta de jabones Shock! Más de una vez mi vieja me encontró a los cuatro o cinco años dándoles besos al televisor, cuando aparecía la que todavía no era la diva de los teléfonos pero sí se deglutía el medio kilo del campeón del mundo.
Coincido con usted, Ulises, en el final del post. Qué mejor manera hay de reinsertarse, si no es en ese culo de Capristo.