14 mayo 2007

Ya que vas a cagar, dejá el paco

Según datos del año 2005, publicados por wikipedia, si no me equivoco, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires presenta “una estructura poblacional donde el porcentaje de habitantes entre 0 a 14 años (18,1%) es casi similar al de 65 años o más (16,9%). La tasa de personas mayores a 60 años es del 21,9%. Todas estas cifras indican que la ciudad de Buenos Aires es la jurisdicción más envejecida de la Argentina. En el contexto mundial, la ciudad posee una estructura poblacional por edades similar a la de los países europeos, donde el porcentaje de la población menor a los 15 años es inferior al 20% del total y casi similar o inferior al de la población de 65 años o más. En este contexto, Buenos Aires se encuentra como una de las ciudades más envejecidas del continente americano.
Además el índice de masculinidad (cantidad de hombres por cada 100 mujeres) de 84,2, también es bajo si se lo compara con el de otros aglomerados urbanos del país. Hasta los nueve años la relación entre sexos se encuentra relativamente equilibrada, mientras que en los grupos de mayor edad, la brecha aumenta. Esto se debe principalmente a la mayor longevidad de la población femenina
.”

Entonces, ¿cuántos votos son los que hacen falta? ¿La tienen o no la tienen los publicistas que le diseñan la campaña a Jorge Telerman? Pero no se olviden que ese gesto, esa simulación de estar hablándole a un pibe que se quema con paco, para, en realidad, estar hablándole a la señora de la Ciudad, a la que ese problema le pasa cerca, sólo a través del vidrio de Las Violetas. Exageré, ya sé. Pero era para fijar la imagen. Porque la otra señora de la Ciudad, aquella que quizás no sale, también está asustada por-los-tiempos-que-corren y por sus nietos y por todo eso con que asusta la televisión.

Retomando, no se olviden que ese gesto mezquino, de simular preocuparse por esos chicos que dejaron a la novia o a la casa por el paco, no dista ni medio salto de bache de la bananada que se mandó el narigón de Mauricio, hablando con mi-nena-pobre-amiga al pueblo de Lugano.

Eso pinta una ética determinada. Si el paco no me hizo mal, soy de la idea de que si este candidato, y aquél, te está usando con fines electorales, por qué no te va a usar luego con otros fines.

Ah, qué inteligente, qué estadista. Leyó las encuestas, se dio cuenta que había un millón de viejas quejumbrosas –Laiseca dixit- o más, deseosas de que el sobrino gay les hable, las entretenga, las sensibilice con su lucha por liberar a la juventud del paco, con ese tratamiento a base de afiches, y las divierta con su risa nerviosa y la gracia constante. Dirá la señora: “Es preferible este, al sobrino garca, presumido como el padre, que se la pasa despreciándome”.

Incluso el pacto con Olivera -me fui-, yo estoy convencido, tiene más que ver con su apronte de viejo pintón, pituco y buen mozo. Un viejo galán del Viejo Almacén para el viejo almacén del viejo galán.

No es con Carrió la Alianza. Carrió está bien, la señora la ve como una cristiana, pero no le gusta el mal carácter. Además, una persona que funda un partido y después renuncia a ese mismo partido... No, si no fuera por Olivera, Telerman le diría Lilita, “dejá el paco, volvé con Ibarra”.

De todos modos, y para finalizar, yo sé que “Ceder el asiento tiene onda”, Jorgito, pero ya me dí cuenta de que vos no se lo cederías a un pibe que se dio un pipazo o que parece que se lo va a dar en cualquier momento, entiendo que vos darías una reprimenda –mirá como te lo digo- al pibe para quedar bien con la señora.

Telerman, cuando termine Mauricio, andate a cagar vos también, hacé el favor, querido.

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